Esa pregunta nos la hicimos muchas veces antes de decidirnos por este destino.Cuando organizamos nuestro viaje a Polinesia Francesa
tuvimos claro que no nos quedaríamos todos los días tumbados en la hamaca. En
los destinos de playa suele ser bastante fácil organizar excursiones y
actividades; nosotros siempre solemos movernos bastante y la Polinesia Francesa
nos sorprendió con muchos rincones por descubrir. Parece mentira que en esas islitas pequeñas se esconda tanta variedad :-)
Decidimos realizar mínimo una actividad en cada isla que
visitamos (estuvimos una media de 3 días en cada isla) y no nos arrepentimos de
ninguna de ellas!
En Tahiti
nos decantamos por la ruta del Monoï y para ello alquilamos un coche durante dos
días. Tahiti es una isla preciosa y con aires de capital isleña. Hay un montón
de cosas por ver y recorrerla en coche es lo mejor que puedes hacer! Siguiendo
la ruta del Monoï llegamos al Jardín
Botánico y a la fábrica de aceite de monoï, pasando por muchos campos de
cultivo y jardines. La carretera da la vuelta a la isla bordeándola de manera
que mientras conducíamos teníamos el mar al lado! La sensación es muy bonita!!
Después de Tahiti volamos a la isla paradisíaca de Bora Bora. Nunca podremos olvidarnos de
esta isla que nos sorprendió a cada paso! Como no podía ser de otra manera,
aquí nos decidimos por la excursión en barco para ver las rayas y los tiburones. Las excursiones se pueden contratar en
los mismos hoteles y siempre incluyen el transfer. Estuvimos mirando varias
empresas para comparar precios y siempre costaba lo mismo y te ofrecían las
mismas cosas. Así que no vale la pena preocuparse mucho :-) Podemos confirmar
que vimos y hicimos todo todo todo lo que pone en el programa. Cumplen con
todo lo prometido y no te sientes engañado. Vimos un montón de rayas, de atunes
rojos y de tiburones! Además alimentamos a otros peces, y pudimos tocar y jugar
con las rayas. Fuimos a comer a un motu privado (no había nadie, solamente los
que habíamos hecho la excursión) y la comida estaba deliciosa. Nos explicaron
como abrir un coco, nos dieron un concierto de ukelele y nos tumbamos al
solecito un rato. Indescriptible.
En Moorea hicimos
un montón de cosas!Es una isla fantástica y ofrece muchíiiiisimas oportunidades
que no hay que desaprovechar.
En el primer hotel en el que estuvimos nos dejaron unos kayaks y aprovechamos una tarde para
dar vueltas y vueltas delante de la playa del hotel :-) Nunca nos habíamos
subido en uno así que la experiencia fue muy…divertida. Aquí no hay mucho que
contaros porque quien más y quien menos se ha subido en uno ;-)
Aquí viene lo mejor…! Al día siguiente contratamos una
excursión en Quad y os aseguramos
que fue lo mejor del viaje después de la excursión de las rayas. Fue una subida
de adrenalina total! Tres horas y media recorriendo el interior de la isla
pasando por plantaciones de piñas, cruzando riachuelos y saltando por los aires.
Por la noche hicimos la turistada que pensándolo bien,
quizás hubiéramos omitido pero que al final supimos disfrutar mucho (sobretodo
después de haber pagado). Visitamos el famoso Tiki Village, un centro cultural
donde dos veces por semana ofrecen un espectáculo folclórico polinesio. Nosotros
incluimos en el pack el servicio de cena y eso sí, fue estupendo. Cuánta
variedad de comida y qué delicioso estuvo todo! Lo sirvieron en modo buffet
libre, perfecto para comer un poquito de todo y repetir de aquello que más nos
gustó :-) La cocina polinesia no es muy extensa (sucede en todas las islas del
Pacífico, podéis leer más en este artículo de la OMS) pero los sabores son exquisitos.